12/09/2025
Por el Dr. Javier Crespo
En 2015, España puso en marcha el Plan Estratégico Nacional para la Hepatitis C (PEAHC) en un momento de gran tensión social y política: los nuevos antivirales curaban la infección, pero su alto coste parecía inasumible. Diez años después, el balance es rotundo: el país se encamina a eliminar el virus antes de 2030, adelantándose a los objetivos de la OMS. El plan garantizó acceso universal y gratuito a los tratamientos más avanzados, sin importar el estadio de la enfermedad. Esta estrategia redujo drásticamente la mortalidad, los casos de cirrosis descompensada y la aparición de cáncer hepático, además de disminuir las necesidades de trasplante por hepatitis C. El impacto positivo se extendió a otros pacientes, al liberar órganos y acortar las listas de espera. Más allá de la salud, el programa se ha mostrado rentable: la inversión inicial en fármacos evitó costes mucho mayores en hospitalizaciones y complicaciones avanzadas. El PEAHC también impulsó iniciativas de “microeliminación”, logrando casi erradicar el virus en cárceles y entre personas infectadas con virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Además, desplegó cribados en urgencias, unidades móviles y centros de reducción de daños, y recurrió a herramientas digitales e inteligencia artificial para localizar casos ocultos. Hoy, España es referente internacional en hepatitis C. El reto inmediato pasa por reforzar el cribado universal y mantener la implicación política y social. Como recuerdan los autores, la gran lección es que la eliminación de una enfermedad no depende solo de los medicamentos, sino de la voluntad colectiva y el compromiso sostenido.
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